Al distinguir entre espacio escénico y escenografía y hablando de espacios de relación recordamos la intensa experiencia arquitectónica del espacio central del museo Van Gohg, proyectado por Rietveld, en 1963.
Venimos del
paseo entre edificios de ladrillo, ventanas, canales, puentes y el cielo de
Amsterdam y somos sometidos a un fuerte contraste. El exterior gris terroso de
la ciudad se transforma en un espacio de luz blanca, un enorme lienzo iluminado
que se extiende a lo alto y a lo ancho. De un vistazo entendemos cómo funciona
el museo, al fondo y alrededor, superpuestas como un hojaldre se intuyen las
salas y zonas de descanso. El patio consta de varios niveles desde los que se
asoman otros visitantes. Una torre mirador, funciona como único elemento de
comunicación vertical, es
constante el trasiego de los que vienen y van, suben y bajan .
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKry57KjEEJs4vva_5X5kMkzu14Ra9Jd3LWgS_afg4vXwl6GSYXAV8h80xEZzr7_irRGncRepQ3idjNwJ-nCs_F8P9KmCjQtCDWnR5lObMSGlGNydjafPMMvQcZTkWZsqdoc4vtK1U_Ive/s320/17072008(018).jpg)
En un lado, el cielo cambiante a través de un hueco rasgado, un poco más abajo un gran hueco horizontal donde nos sentamos a contemplar la ciudad. Ya estamos preparados para admirar las pinturas, la emoción es intensa, cada cuadro es mejor que el anterior. Nos asomamos a la plaza a descansar la vista, el espacio ya nos es familiar, hay cierta complicidad con las otras personas, tantos cruces, idas y venidas han propiciado esta fugaz relación.
Los niños se han separado de nosotros, con su hoja
cuestionario corren por las salas, el patio es el punto de encuentro y control
paterno. Después la cafetería, enormes ventanales desde los que vemos la gran
explanada verde y el inoportuno edificio de la ampliación.
Surge el recuerdo de otra intensa emoción, el pabelloncito
de la Biennale de Venecia, un cubo roto por dentro, enmarcando el cielo y los
árboles del jardín, igual y a la vez tan distinto. Otras imágenes se suceden,
el pabellón de esculturas en el parque Sonsbeek, la casa Schröder y las
maravillosas sillas. Todas estas experiencias están perfectamente aprovechadas
en el museo.
Rietveld y Van Gohg una perfecta simbiosis.
P.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario